El pasado fin de semana, miles de gallegos se levantaron contra Altri y La Mina de Touro. Una vez más, el pueblo gallego se levantó contra los proyectos industriales que amenazan su tierra, su agua y su forma de vida. La localidad de A Pobra do Caramiñal, en la Ría de Arousa, se convirtió en el epicentro de una manifestación histórica que reunió a trabajadores de diversos sectores, ecologistas, y ciudadanos indignados por las decisiones de la Xunta de Galicia. Esta protesta no solo fue una muestra de descontento, sino una defensa feroz de la tierra gallega, que se niega a ceder ante los intereses industriales que parecen estar por encima de la voluntad del pueblo.
El Poder de la Marea Popular: un grito colectivo.
Desafiando las amenazas meteorológicas y los avisos de alerta por el mal tiempo, las calles de A Pobra se llenaron de personas decididaa a defender su territorio.
Más de 500 barcos desafiaron el oleaje y se sumaron a la manifestación en el mar. Mientras que en tierra miles de personas abarrotaban el pequeño municipio. La multitud gritaba con fuerza lemas como “El agua no se vende” y “Defendemos nuestro modo de vida”, en referencia a dos proyectos que parecen estar destinados a cambiar el paisaje y la vida de la cuenca del río Ulla: la macrocelulosa de la multinacional portuguesa Altri y la reapertura de la mina de cobre de Touro.
Las sirenas de los barcos, a la par que las pancartas de los manifestantes, simbolizaban un rechazo rotundo a una política industrial que los ciudadanos consideran ajena a sus necesidades y que no responde a la realidad del siglo XXI.
Aunque la Xunta ha otorgado licencias administrativas para ambas iniciativas, los habitantes de la zona han dejado claro que «no tienen licencia social». En la que claramente ya es una guerra entre los intereses industriales y la voluntad popular.
La Macrocelulosa: Un Proyecto de Explotación
La planta de Altri en Palas de Rei (Lugo) es uno de los puntos más polémicos de este conflicto. Con la promesa de generar miles de empleos, la empresa portuguesa intenta instalar una macrocelulosa que se alimentará del agua del río Ulla, extrayendo hasta 46 millones de litros diarios, una cantidad que podría abastecer a toda la provincia de Lugo. Sin embargo, este proyecto no solo pone en riesgo el equilibrio ecológico de la región, sino que genera un gran rechazo entre quienes creen que la Xunta está sacrificando los recursos naturales en favor de un modelo industrial insostenible.
A lo largo de los años, diversas voces han advertido sobre los peligros de este tipo de proyectos, que no solo afectan al medio ambiente, sino que ponen en jaque las economías locales y la calidad de vida de los gallegos. Los residentes de la zona no se han quedado de brazos cruzados, como se vio en la manifestación de A Pobra, donde se expresó un claro mensaje: los gallegos no permitirán que se les imponga un modelo industrial que los condena al expolio y a la contaminación.
La Mina de Touro: El Mismo Modelo de Explotación
En el caso de la reapertura de la mina de cobre de Touro, el escenario es igualmente alarmante. La mina de Atalaya Mining, que había sido cerrada años atrás por sus graves impactos ambientales, ha sido rescatada por la Xunta como un “proyecto estratégico”. Los habitantes de la zona consideran que la reapertura de la mina es una amenaza aún mayor, ya que pone en peligro los recursos hídricos de la región y contamina los paisajes que forman parte de su patrimonio natural. Los opositores al proyecto han calificado esta decisión de “insulto a la inteligencia”, argumentando que el cambio climático y la escasez de agua hacen que estos proyectos industriales sean insostenibles e irresponsables.
Galicia: La Resistencia de un Pueblo Unido
Lo que se evidenció en A Pobra es el valor de un pueblo gallego que se levanta, una y otra vez, frente a los poderes que intentan explotar sus tierras sin tener en cuenta el coste social y ambiental. No es la primera vez que Galicia se enfrenta a proyectos industriales que no cuentan con el apoyo de sus habitantes. Ya en el pasado, los gallegos tuvieron que luchar contra proyectos similares que, en su momento, parecían inevitables, como la imposición de la planta de celulosa ENCE en la ría de Pontevedra en los años 60. Hoy, esa misma resistencia se mantiene viva, con la determinación de los gallegos de no dejar que su tierra sea sacrificada en aras de intereses foráneos.
A pesar de los esfuerzos de la Xunta por defender estos proyectos, la marea de dignidad que recorre Galicia es imparable. Los ciudadanos de A Pobra y de otros muchos municipios no solo defienden su medio ambiente, sino también su forma de vida, su historia y su identidad. Galicia está demostrando que no se dejará arrastrar por los intereses de grandes corporaciones que no entienden lo que significa vivir en el corazón de esta tierra. El mensaje es claro: «No queremos que nos impongan una industria que destruya nuestro futuro y nuestros recursos».
Conclusión: Una Larga Larga Lucha por la Tierra Gallega
La protesta en A Pobra do Caramiñal es solo el último capítulo de una lucha que lleva años gestándose en Galicia. Con la determinación de un pueblo que ha visto cómo se le arrebatan sus recursos naturales, los gallegos siguen resistiendo ante la imposición de un modelo industrial que solo favorece a unos pocos. Mientras tanto, la tierra, el agua y el mar de Galicia siguen siendo defendidos por aquellos que entienden que, sin ellos, no hay futuro. Y aunque la lucha parece interminable, la lección de esta manifestación es clara: no importa el tiempo, ni las amenazas del poder, los gallegos seguirán alzando la voz para proteger su tierra.