

El Castro de Baroña, situado en Porto do Son, es uno de los asentamientos celtas mejor conservados y más espectaculares de Galicia. Este antiguo poblado fortificado, construido alrededor del siglo I a.C., ofrece una ventana al pasado, cuando los celtas vivían entre rocas y el mar.
Rodeado por la impresionante belleza del Océano Atlántico, el Castro de Baroña destaca por su ubicación estratégica en una península rocosa y por su estructura bien definida, con murallas defensivas, viviendas circulares de piedra y pasadizos que muestran la vida cotidiana de la cultura castrexa. Además de su valor arqueológico, es un lugar único para disfrutar de paisajes naturales espectaculares y de la conexión profunda entre la historia y la naturaleza.
Castro de Baroña: Un Tesoro Celta Frente al Atlántico
Visitar el Castro de Baroña es sumergirse en la historia de Galicia y en el misterio de sus antiguos habitantes, mientras te deleitas con unas vistas panorámicas de la costa que quitan el aliento. Perfecto para los amantes de la arqueología, la naturaleza y aquellos que buscan descubrir la esencia más pura de Galicia.
Que ver cerca del Castro de Baroña

Playa de Arealonga
Situada justo al lado del castro, es una playa virgen de arena blanca y fina, ideal para disfrutar de un día de sol y mar después de visitar las ruinas. Su belleza natural y tranquilidad la convierten en un lugar perfecto para desconectar.

Dunas de Corrubedo
A unos 20 kilómetros del Castro de Baroña, se encuentran el Parque Natural de las Dunas de Corrubedo, una impresionante área de dunas móviles, lagunas y playas. Es un espacio protegido ideal para los amantes de la naturaleza.

Porto do Son
Este pequeño pueblo pesquero, a pocos minutos del Castro de Baroña, es un excelente lugar para degustar la gastronomía gallega. Puedes probar mariscos frescos y platos típicos como el pulpo a la gallega o las empanadas de pescado.
Historia del Castro de Baroña
El Castro de Baroña fue habitado entre los siglos I a.C. y I d.C., durante la Edad de Hierro, por un grupo celta conocido como la cultura castrexa, que se extendía por el noroeste de la Península Ibérica.
Este tipo de poblado fortificado, llamado «castro», era típico de las tribus celtas en Galicia y Asturias. Lo que hace único al Castro de Baroña es su extraordinaria ubicación sobre una península rocosa rodeada por el mar, lo que ofrecía a sus habitantes una ventaja defensiva natural.
El castro está protegido por dos murallas que cerraban el acceso desde el continente, mientras que por el lado del mar las abruptas rocas y acantilados actuaban como defensa natural.
En su interior, se pueden ver los restos de más de 20 viviendas circulares y ovaladas, que albergaban a una comunidad autosuficiente dedicada principalmente a la pesca, la recolección de mariscos y la ganadería.












